lunes, 11 de noviembre de 2013

SELECCION DEL TERRENO

 

La planta de vid crece satisfactoriamente en varios tipos de suelo, el ideal para su desarrollo es el templado luminoso, más bien seco, con veranos largos e inviernos pobres. El terreno seleccionado debe estar libre de sombra de árboles grandes.
 
La planta de vid crece satisfactoriamente en varios tipos de suelo, siempre que tengan buen drenaje y una profundidad entre 0,50 y 1,0 m. Los mejores suelos son los francos arenosos, franco gravoso o franco arcilloso y los suelos calizos, en los cuales se desarrolla bien el cultivo con buena vegetación y maduración con excelencia de los frutos. En los suelos arenosos y de poca fertilidad este cultivo requiere la incorporación de materia orgánica y/o de fertilizantes. El Ph entre 6 y 7 constituye el rango óptimo para el cultivo.
Los factores mas importantes a considerar son los siguientes:

 
DISPONIBILIDAD DE AGUA.

En la zona de riego, la disponibilidad debe ser permanente, o bien dentro de un rango de seguridad de modo que ante un periodo de sequia no peligre la plantación.

Este factor es de vital importancia en la zona del Norte Chico, donde los ciclos de sequia pueden durar varios años en algunos valles o sectores. En la zona de secado, la disponibilidad de agua tiene una relación directa con la profundidad del suelo, textura, contenido de materia orgánica, manejo del suelo y ubicación.


PROFUNDIDAD DEL SUELO

La vid es una planta de arraigamiento profundo, que desarrolla un amplio sistema radicular, de aquí, que lo mas aconsejable es seleccionar suelos profundos, (mayor a 1,5 m.): En zonas donde no se disponga de este tipo de suelos, se podría considerar un suelo mas delgado siempre que no tenga problemas de drenaje.

Conjuntamente con la profundidad, es importante la fertilidad del suelo, ya que suelos fértiles y profundos favorecen una mayor cosecha reduciendo los costos de producción. También es importante preocuparse de la salinidad y altas concentraciones de algunos elementos.


TOPOGRAFIA

Los terrenos planos o de muy poca pendiente son los que producen menos problemas para el manejo general del viñedo, sin embargo, es posible utilizar suelos con pendientes pronunciadas, controlando la erosión mediante plantaciones en curva de nivel.
 

También deberá considerarse el micro relieve del terreno, es decir, aquellas depresiones o montículos de superficies pequeñas. La profundidad del suelo esta determinara en este caso de maquinaria que podría utilizarse para nivelar o emparejar el micro relieve. Si el perfil es muy delgado y a su vez con topografía  accidentada, solo permitirá una leve emparejadura y una plantación en curva de nivel.
 
En zonas de secano, la topografía ondulada no es objetable y hasta puede ser ventajosa.
La topografía del terreno también estará determinando el sistema de conducción del viñedo.

DRENAJE

La mayor parte de las plantas cultivadas no pueden sobrevivir o se ven muy limitadas en su desarrollo si sus raíces permanecen por mucho tiempo sin oxigeno.

En un suelo saturado, el agua desplaza el aire de los espacios entre las partículas y por lo tanto se limita el contenido de oxigeno, provocando una asfixia de las raíces. De aquí que sea importante considerar este factor ya que la vid por su arraigamiento profundo necesita de un buen drenaje. Por este motivo, aquellos terrenos de posición baja que pueden haber sido vegas en años de abundantes precipitaciones, no deben considerarse para una futura plantación a menos que se habilite con un buen sistema de drenaje. Esto mismo es valido para aquellos terrenos que tengan una napa freática superficial.

EXPOSICION AL SOL

Con relación a este aspecto, en general no hay problema en áreas calurosas, pero en áreas mas frías es conveniente realizar la plantación con exposición al norte.

 

 

 CLIMA

La influencia de la climatología es muy grande ya que condiciona la maduración del fruto. La vid tiene  una gran capacidad de adaptación climática. La vid prospera bien entre los 11 y 24º C, habiendo variedades que se adaptan bien a temperaturas más bajas y otras a temperaturas más altas.  Sin embargo, las condiciones  ideales  para su desarrollo es el templado luminoso, más bien seco, con veranos largos e inviernos pobres. Las mejores zonas son las que ocurren pocas precipitaciones, con baja humedad relativa, sol abundante y fuente de agua de buena calidad. En los climas húmedos del subtropico algunas especies viníferas no desarrollan bien.
El clima templado es el ideal para su desarrollo, la vid no requiere mucho calor para brotar, basta de 9 a 10º C, en cambio para la floración y fructificación requiere una temperatura de entre 18 y 20º C.

La temperatura es un factor clave para que la vid realice funciones tan vitales como la respiración, la transpiración o la fotosíntesis. Cuando las temperaturas son elevadas, se aceleran los procesos biológicos de maduración obteniéndose vinos de graduaciones elevadas, dulces o licorosos. En las zonas de elevada altitud, donde las temperaturas son más bajas, la maduración se realiza con dificultad, lo que se traduce en vinos de marcada acidez.

La luminosidad, la cantidad de luz solar que recibe la planta, juega un papel relevante en los fenómenos fisiológicos de la vid. En España se consiguen excelentes caldos en zonas donde la luminosidad alcanza valores muy dispares que oscilan entre las 2.000 horas de insolación directa anual de las comarcas vitícolas del norte y noroeste de la península, y las más de 3.000 horas anuales que, como uno de los valores más elevados del planeta, se registran en el Golfo de Cádiz y algunas áreas del sudeste.

La pluviometría es otro factor de máxima importancia en el desarrollo de la vid. Su influencia afecta decisivamente a la producción cuantitativa y a la calidad de los frutos. Las lluvias características del invierno peninsular favorecen la calidad de las vendimias, al tiempo que la moderada escasez de agua del verano se traduce en bondad para los racimos, hasta el extremo de que las mejores añadas coinciden con veranos secos y calurosos.
 

 
 
 
 
 
 

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